Hace ocho años, es 12 de diciembre de 2015, 196 países firmaron el Acuerdo de París en la COP21. Entró en vigor casi un año después, el 4 de noviembre ds 2016. El principal objetivo del acuerdo era no permitir que la media global de temperatura aumentase por encima de 1.5 ºC comparado con los niveles preindustriales. Un par de años más tarde, en noviembre del 2022, en la COP27 de Egipto se diseñó el Balance global [1]. La idea era hacer un inventario complete del progreso de cada una de las metas del Acuerdo de París. EN esta última COP28 se analiza por primera vez el resultado de este Balance global, incluyendo los tres niveles definidos en París: adaptación, implementación y mitigación.

Lo que dice el informe sobre la situación actual es que quedan bastantes lagunas en las Contribuciones Determinadas Nacionales (CNDs), que son las emisiones permitidas por país, y también en los Planes Nacionales de Adaptación (PNAs), que son los planes y políticas relacionados con el cambuio climático de cada país [2].

En la parte del informe sobre mitigación se subraya la necesidad de triplicar la inversión en energía renovable y doblarla en medidas de eficiencia energética para 2030. También se menciona lo urgente que es acelerar las acciones para mantener el objetivo de 1.5 ºC.

En cuanto a adaptación, por otra parte, parece que lo acuciante es reforzar capacidad y recursos, especialmente financieros. Se ha llegado a un acuerdo para duplicar el presupuesto de adaptación para 2025, y otro para trabajar con más ahínco en el desarrollo de Planes de Adaptación Nacional más ambiciosos, enfocados en fondos para los países en vías de desarrollo y siguiendo la filosofía de “no dejar a nadie atrás”. Es interesante también resaltar la narrativa adoptada de soluciones basadas en los ecosistemas, y las menciones a incrementar y mejorar su resistencia y resiliencia.

En cuanto a implementación, el acuerdo principal alcanzado ha sido la firma de un compromiso para recaudar $100 000 millones y poner nuevas metas en tema de finanzas globales dedicadas al cambio climático. 

La COP28 se ha estructurado alrededor de los problemas y objetivos definidos en el informe del Balance y algunas de las declaraciones más importantes tienen que ver con Energía, Agricultura, Clima y Salud.

Un tema clave a tratar en profundidad este año ha sido la energía. Es importante controlar y reducir las emisiones generadas por la producción energética, que es el sector que más emite de acuerdo con el Balance global. El texto comienza comentando que el objetivo colectivo debe ser mantener el calentamiento por debalo del escenario +2 ºC (que algunas entidades han debatido, y hacer todo lo posible para no superar el +1.5 ºC [3]. Como ya se ha mencionado, para alcanzarlo, debemos triplicar la capacidad de energía renovable para 2030 y doblar el porcentaje de eficiencia energética – esto último se refiere a un incremento anual del 2 % actual al 4 %, el siguiente año al 8 % – cada año también hasta el 2030. Resulta positivo saber que bastantes países, incluidos en vías de desarrollo, están haciendo progresos en la implementación de energías renovables, relacionadas también con notables progresos con las CDNs.

Los medios que se citan para alcanzar los objetivos de este compromiso son presupuesto para renovables y eficiencia, aceleración de los permisos para infraestructura renovable, mejora de la conexión en las redes internacionales, y la promoción de un cambio de comportamiento e incrementar la conciencia social.

Otro sector que se lleva un porcentaje considerable de las emisiones globales es la agricultura, que también necesita ser abordado. La agricultura es un componente clave del muy necesitado cambio sistémico para lidiar con el cambio climático y la crisis ecológica. En esta declaración, 134 países han acordado varios puntos de trabajo [4]. Algunos de estos son: seguridad alimentaria, especialmente para colectivos vulnerables, apoyo a los trabajadores de las redes de producción de alimentos amenazados por el cambio climático, siendo en su mayoría mujeres, niños y nativos. El objetivo es maximizar los beneficios climáticos y ambientales de las redes de producción de alimentos, reducir sus impactos nocivos y aumentar la conservación de los ecosistemas.

Los recursos para alcanzarlos estarán basados en la integración de la comida y los sistemas agrícolas en los PANs, políticas que subsidien las actividades menos emisoras, y proveyendo acceso a las innovaciones científicas y últimas tecnologías, así como al conocimiento local e indígena que pueda incrementar una producción sostenible.

Tras la pandemia, la relación entre el ecosistema y la salud del planeta, y la salud humana, parece haber alcanzado un nuevo punto. El concepto de Una Sola Salud (One Health), referido a la integración de las personas, la biodiversidad, y la salud medioambiental, crece en importancia. En la Declaración para Salud y Clima, 123 paises han firmado varios objetivos en los que trabajar durante la próxima década [5]. Estos objetivos están relacionados con la mejora de los sistemas de salud y la anticipación a riesgos climáticos, abordar factores medioambientales que influyan en enfermedades, promover y reforzar la investigación – trans- e interdisciplinaria – y mejorar la colaboración internacional e intersectorial.

Este es un resumen de algunos de los puntos más relevantes que se han tratado y aprobado durante la COP28. Tendremos que esperar al próximo año para ver los nuevos PANs que cada país de la COP presentará con fecha limite el fin del año que viene o el principio de 2025, para comprobar si son lo suficientemente ambiciosos. Otra mejora notable de la COP de este año es la aprobación de un programa de vigilancia anual para las CNDs de cada país. En 224, el tema a discutir se enfocará en presupuestos y finanzas. El objetivo de haber recaudado $100 000 millones para 2022 será comprobado en el informe del próximo año. También se hablará de la muy necesaria reforma de los sistemas financieros con respecto al cambio climático. La presión estará en el G20, los Bancos de Desarrollo Multilaterales y otras instituciones financieras.

Respecto a los resultados de este año, es bastante notable la mención en el borrador final a progresar hacia un mundo sin combustibles fósiles. Hasta ahora se hablaba de un basta al carbón, y es la primera vez que se mencionan el petróleo y el gas también. Pese a la insistencia de la Unión Europea a mencionar un fin a los permisos para nuevas infraestructuras de energías emisoras de carbono, en el borrador final solo se habla de reducirlos.

Se ha generado un amplio debate sobre la energía, como puede verse en el acuerdo para aumentar por tres las renovables y doblar la eficiencia. Sin embargo, hay que mirarlo con prudencia. La idea de simplemente cambiar de una fuente de energía (combustibles fósiles) a otra “mejor” (renovables), nos distrae de lo que debería ser nuestra mayor preocupación: el objetico sigue siendo el crecimiento (económico). El objetivo de sustituir para el 2050 todos los combustibles fósiles con energía verde (que, por aclarar, incluye renovables y nucleares, así como sistemas de captura de carbono) sigue siendo parte de la filosofía actual, que también debería ser abordada, pero seguimos sin hacerlo. No podemos continuar con el pensamiento de que capturar carbono será suficiente para compensar la contaminación atmosférica, no es suficiente taparlo con más tecnología. El decrecimiento ha vuelto a quedarse sin una mención, cuando es vital decrecer la producción y el consumo si queremos lidiar con el cambio climático y la crisis ecológica.