Paula Ruiz
Enero 27, 2023
Un año más pasa. Nuevo año, nuevos problemas, nuevos retos… O no tanto, porque algunos llevan con nosotros un tiempo. Por ejemplo, la crisis ecológica. Siendo ya 2023, podemos decir que han pasado 51 años desde que un grupo internacional de científicos denunció la desastrosa situación por la que nuestro planeta está en el conocido Informe Meadows [1].
Cincuenta años quiere decir medio siglo de científicos previendo como el camino que la acción humana había tomado, causaría daños irreversibles a la Tierra. Se podría haber evitado, se puede evitar algo aún, actuando inmediatamente, y aún así, ¿hemos cambiado la ruta o resuelto algo? No, no lo hemos hecho. Por supuesto que se han implementado leyes ambientales, y la concienciación crece poco a poco, pero constantemente. Buenas noticias, mas insuficientes. Los científicos siguen sacando nuevos informes en los que se afirma que se requieren cambios más profundos. Y la sociedad sigue haciendo oídos sordos.
Porque no parecemos escuchar a la ciencia, algunos activistas aparecen en la conversación tratando de hacer llegar el mensaje a la gente. Para atraer la atención al asunto del colapso ambiental, se han tomado numerosas acciones: desde el primer show de Greenpeace para parar una prueba nuclear [2a protestas pacíficas como el Fridays for Future [3]. a las últimas acciones – muy controvertidas – de protestas dirigidas hacia los museos y el mundo del arte..
El objetivo común de todas estas acciones es el mismo: que la sociedad se de cuenta de la crisis ecológica, y ayudar a la gente a cambiar la manera en la que viven. No obstante, este mensaje parece perderse en el camino. Los humanos tenemos cierta dificultad al interiorizar información si se nos presenta como datos meramente numéricos. No somos ordenadores. Los científicos dirán lo que quieran, en el tono más moderado o apocalíptico posible, los activistas tomarán las acciones más llamativas que puedan pensar. Y aún así, no nos entrará en la cabeza. Hace falta algo más. Por mucho que nos guste pensar sobre nosotros mismos como criaturas puramente racionales, nuestros valores, estilo de vida, y forma de pensar, se ven afectadas por miles de vivencias no científicas. Un gran ejemplo de esta influencia es la literatura
La literatura nos influencia de una manera extraordinaria desde el principio de nuestra vida, y puede dar forma a nuestra manera de pensar mientras crecemos, y cambiarla cuando está más o menos definida. Existen ciertos campos de estudio dedicados a analizar como se presentan en los libros temas como la raza, el género o la clase social. No suena pues, a tanta locura, que exista un análisis similar con las relaciones entre los humanos y el medio ambiente, ¿o no? Así surge la ecocrítica.
La ecocrítica es un nuevo campo de estudio de literatura, definido como el estudio de las relaciones entre la literatura y el medio ambiente,o entre lo humano, y lo no-humano [4]. Esto abre una oportunidad para transmitir el mensaje a la sociedad, siendo la literatura un excelente transmisor de lecciones. Es precisamente el objetivo final de una narrativa. La definición de narrativa se basa en tres elementos: una serie de eventos conectados de manera no aleatoria (1), que les suceden a personajes con un mínimo grado de conciencia similar a la humana (2), de cuyas experiencias se puedan extraer moralejas o conclusiones (3).
Queda mucho por hacer en el campo de l a ecocrítica, pero merece la pena estar al tanto del mismo y sus posibilidades para sanar la relación entre lo humano y la Naturaleza, mediante la literatura. Quizás el ejemplo más claro sea un nuevo subgénero de la Ciencia-Ficción llamado Cli-Fi – de Ficción Climática (Climate Fiction, en inglés) [5]. Esta disciplina, aun así, está presente en cualquier obra literaria.
La ecocrítica apenas está despegando, pero en muchas obras se pueden encontrar mensajes ambientales potentes, que pueden resonar en los lectores. Estos mensajes no sólo se pueden poner en in informe climático o un artículo científico, también pueden entretejerse en historias con analogías a la experiencia humana, de manera que los lectores las asimilan mucho más orgánicamente y se incorporan a sus valores. Si esto ocurre, se pueden generar cambios que desemboquen en nuevas costumbres, y los cambios ambientales serían más fáciles. Y es ese cambio lo que necesitamos conseguir.
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REFERENCIAS:
[1] Kahn, M. E. (2022, July 12). What the controversial 1972 “Limits to Growth” report got right: Our choices today shape future conditions for life on Earth. The Conversation. Retrieved on 12 January 2023 from https://theconversation.com/what-the-controversial-1972-limits-to-growth-report-got-right-our-choices-today-shape-future-conditions-for-life-on-earth-184920
[2] Warner, A. (2021, October 15). The Canadian concert that kicked off Greenpeace. CBC. Retrieved on 13 January 2023 from https://www.cbc.ca/music/the-canadian-concert-that-kicked-off-greenpeace-1.6209314
[3] “Fridays for Future” activists protest worldwide. (2022, September 23). DW. Retrieved on 14 January 2023 from https://www.dw.com/en/fridays-for-future-activists-protest-climate-change-around-the-globe/a-63222091
[4] Konyar, J. (2022, October 23). Ecocriticism’s struggle to define our relationship with nature. The Varsity. Retrieved on 13 January 2023 from https://thevarsity.ca/2022/10/23/ecocriticisms-struggle-to-define-our-relationship-with-nature/
[5] La ciencia ficción tenía mucha razón. (2022, August 15). El País. Retrieved on 13 January 2023 from https://elpais.com/masterdeperiodismo/master2022/2022-08-15/la-ciencia-ficcion-tenia-mucha-razon.html
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