July 02, 2024
¿Qué es lo primero que se nos pasa por la cabeza cuando pensamos en la producción de oxígeno en nuestro planeta? Seguramente para la mayoría lo que aparece es el color verde. Árboles, bosques, la selva Amazónica, etc. Lo cierto es que es el color equivocado, el que debería aparecernos en la mente es el azul. Es el océano el que produce entre un 50% y un 70% del oxígeno presente en nuestra atmósfera [1]. No el océano en sí, por supuesto, si no algunos de los microorganismos que en él habitan: las algas unicelulares y las cianobacterias. Estas criaturas, al igual que las plantas, son capaces de realizar la fotosíntesis.
Fig 1: Mapa de la distribución de clorofila en los océanos. Foto de NOAA National Environmental Satellite en Wikimedia Commons.
Estos organismos son sólo una parte de toda la biodiversidad que podemos encontrar en las aguas saladas de la Tierra. La mayor parte del planeta es agua, no en vano es el “planeta azul”. De toda esa diversidad se estima que no conocemos más de dos tercios de las especies marinas, es decir, unas 250 000. Los ecosistemas oceánicos y los seres vivos que en ellos viven son muy relevantes para sostener el equilibrio de la vida en la Tierra [2]. Por eso es vital protegerlos y conservarlos [3].
Con este objetivo en mente, hace poco más de un año, el 19 de junio de 2023, las Naciones Unidas (ONU) firmaron el conocido informalmente como Tratado de Alta Mar – cuyo nombre oficial completo es Acuerdo en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar relativo a la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina de las zonas situadas fuera de la jurisdicción nacional -, y que tiene como principal meta conservar la biodiversidad en alta mar, espacio que normalmente no tiene regímenes de protección concretos ya que no pertenece a ningún país [4].
Entre los puntos designados en la declaración de Kunming-Montreal (COP15 de la Convención por la Diversidad Biológica) está el conseguir que un 30% del océano esté protegido para el año 2030 [5]. A falta de 6 años, la situación actual dista bastante del objetivo, tan sólo un 8% de las aguas saladas a nivel global están protegidas – o “declaradas cómo” –, puesto que algunas de ellas no tienen todavía un plan de gestión asociado. Una de las dificultades a la hora de tratar con las grandes masas de agua es la gestión internacional, ya que no corresponden a ningún país. El Tratado de Alta Mar, que llevaba en negociaciones 20 años, proporciona entre otras cosas, mecanismos para la gestión de áreas marinas protegidas (AMPs) en estas “aguas de nadie”.
Fig. 2: Mapa de las áreas marinas protegidas. Foto de Marine Conservation Institute en Wikimedia Commons.
¿Y de qué hay que proteger a la biodiversidad marina? Las principales amenazas son la sobrepesca, el deterioro de la calidad del agua, los derrames de petróleo, la destrucción de hábitats, las especies invasoras, las proliferaciones de algas y el cambio climático [6]
Según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se ha pasado de tener a un 90% de las poblaciones de peces en un estado de sostenibilidad biológica en 1974, a que sólo un 64% lo estuvieran en 2015 [7]. Esta sobreexplotación es, de hecho, la mayor amenaza para la biodiversidad marina. Es urgente reducir la explotación de los recursos pesqueros, sobre todo enfocándonos en la explotación a gran escala pesquerías comerciales y pesca de arrastre. Promocionar la pesca tradicional, de menor impacto, acompañada de una reducción en el consumo, puede ser un buen comienzo.
Al igual que en ecosistemas terrestres, en ecosistemas marinos también existe la fragmentación de hábitats. En las zonas costeras es más fácil de ver, puesto que las intervenciones humanas en la costa son observables. En aguas profundas, los principales causantes de la fragmentación de hábitats son las redes de arrastre. Estas pueden destrozar los ecosistemas marinos, generalmente con estructuras muy complejas y difíciles de recuperar una vez perturbados. La creación de zonas protegidas en aguas internacionales, que el Tratado sostiene, supone un gran avance a la hora de proteger zonas clave de cría o paso de especies sensibles.
El transporte marítimo también supone gravísimos impactos en los hábitats marinos. El consumo es desproporcionado, especialmente en países del primer mundo. Ejemplo, en la cuenca del Mediterráneo se concentra 1/3 del transporte marítimo global. El transporte no sólo fragmenta hábitats y tiene impactos directos sobre los seres vivos allá por donde pase, también es una de las principales vías de distribución de especies invasoras. Mantener el actual nivel de consumo – y de producción – supone mantener esta cantidad de transporte marítimo, y, por tanto, mantener sus impactos.
Las proliferaciones de algas no suenan tan mal, ¿no es bueno que haya más? A más algas, más oxígeno, ¿no? En este caso no. Las algas producen oxígeno mediante la fotosíntesis, sí, pero su exceso puede llevarse por delante un ecosistema entero, mediante un proceso conocido como eutrofización. Si hay un exceso de nutrientes, por ejemplo, por un filtrado de fertilizantes, las algas proliferan de manera exagerada en la superficie. Cuando lo hacen, impiden que la luz del sol pase a zonas más profundas, donde no se genera oxígeno, y los organismos que allí viven acaban muriendo. Irónicamente, los fertilizantes pueden empeorar muchísimo la calidad de un ecosistema, casi como si hubiese habido un derrame de petróleo.
El año que viene (2025) se celebrará en Niza una cumbre de la ONU sobre los océanos, en la que se hablará entre otras cosas del tratado, su aplicación y que países se adscribirán a él. Esperemos que se lo tomen en serio y empiecen a actualizar las AMPs existentes, desarrollen nuevas, y aseguren su buen estado.
REFERENCIAS:
Pulse aquí para ampliar las referencias[1] Rodríguez H. (2023, 3 January). El verdadero pulmón del planeta está en los océanos. Retrieved on 18 June 2024, from https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/verdadero-pulmon-planeta-esta-oceanos_14776
[2] Pasca Palmer C. La biodiversidad y los ecosistemas marinos mantienen la salud del planeta y sostienen el bienestar social. Retrieved on 19 June 2024, from https://www.un.org/es/chronicle/article/la-biodiversidad-y-los-ecosistemas-marinos-mantienen-la-salud-del-planeta-y-sostienen-el-bienestar#:~:text=Los%20oc%C3%A9anos%20son%20una%20de,especies%20marinas%20del%20mundo1
[3] World Wildlife Foundation (2023, 7 February). Necesitamos triplicar la protección de los océanos hasta 2030. Retrieved on 18 June 2024, from https://www.worldwildlife.org/descubre-wwf/historias/necesitamos-triplicar-la-proteccion-de-los-oceanos-hasta-2030
[4] European Parliament (2024, 19 March). Recommendation on the draft Council decision on the conclusion, on behalf of the European Union, of the Agreement under the United Nations Convention on the Law of the Sea on the conservation and sustainable use of marine biological diversity of areas beyond national jurisdiction . Retrieved on 18 June 2024, from https://www.europarl.europa.eu/doceo/document/A-9-2024-0177_ES.html#_section1
[5] General Assembly United Nations (2023, 14 April). Proyecto de acuerdo en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar relativo a la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina de las zonas situadas fuera de jurisdicción nacional. Retrieved on 18 June 2024, from https://www.un.org/bbnj/sites/www.un.org.bbnj/files/a_conf232_2023_crp2_rev1_es.pdf
[6] Mancera-Pineda J.E., Gavio B., Lasso-Zapata J. (2013, December). Main threats to marine biodiversity in Actualidades Biológicas. Retrieved on 18 June 2024, from http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0304-35842013000200001&script=sci_arttext
[7] FAO. (2022). El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2022: Hacia la transformación azul. Retrieved on 18 June 2024, from https://doi.org/10.4060/cc0461
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Cover and preview image: Bleached (dead) coral on the Great Barrier Reaj (2005, January). Photo from J. Roff on Wikimedia Commons.